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martes, 10 de febrero de 2009

Ochenta años después, reconstruyen el primer avión que llegó a Ushuaia *


Un aviador alemán hizo el vuelo pionero a la ciudad en 1928. Ahora fabrican una réplica a escala real.
El 28 de enero de 1931 el hidroavión del alemán Gunther Plüschow se desplomaba sobre las aguas frías del brazo Rico del lago Argentino, Santa Cruz. El primer aeroplano en posarse en Tierra del Fuego, desde el cual se hicieron también los primeros registros documentales del extremo sur argentino y chileno, quedaba destrozado. Plüschow y su acompañante, el mecánico Ernest Dreblow, morían con la misión cumplida. Alguien, tal vez desconcertado con tanta intrepidez, le había preguntado a Plüschow tiempo atrás qué se proponía. Usó cuatro verbos para describir su aspiración, las acciones que lo definían: navegar, filmar, volar, mostrar. "Mostrar toda esa belleza". Hablaba de la Patagonia.


Ahora mismo, en el hangar 4 del Museo Aeronáutico de la Fuerza Aérea en Morón, tres personas guiadas por el técnico aeronáutico Eduardo Ayre están terminando una réplica a escala real del Heinkel HD 24, el avión de Plüschow. Es uno de los sueños del historiador especializado en Plüschow Roberto Litvachkes. "Es la única réplica de este avión en el mundo, a pesar de que tanto en Alemania, como en Chile, Suecia e incluso China tienen relación con esta historia".

Su destino final es el Aero Club de Ushuaia, uno de los principales apoyos económicos del proyecto, que tiene un costo de 600.000 pesos. "Con ese avión empezó la historia de la aeronavegación en Tierra del Fuego", dice Luis Cuniberti, de ese Aero Club. Será un homenaje y también un nuevo atractivo turístico de la región, tan visitada por extranjeros. Antes, será exhibido en Puerto Madero.

El avión y su réplica, sin la historia, serían nada. Los bautismos hechos por Plüschow hablan por él.

Al barco en el que viajó, botado en Alemania en noviembre de 1927, lo llamó Feuerland, Tierra del Fuego, una tierra que lo atrajo de manera misteriosa, como el imán al hierro. Renombrada Penélope, la goleta quedó en Malvinas, fue tomada por los militares argentinos en la guerra, y no volvió a Alemania hasta el 2006, cuando fue comprada por Bernd Buchner. (Cuenta esta historia "Los viajes del Penélope", editorial Tusquets, del periodista argentino Roberto Herrscher, colimaba en 1982).

Al avión Heinkel, biplaza, bimotor, Plüschow lo llamó Tsingtau D 1313. + es el lugar de China que le dio a Plüschow fama en Alemania. Era su destino como observador aéreo cuando estalló la Primera Guerra. Lo persiguieron los japoneses, y luego los ingleses. Narró su escape en el libro "Las aventuras del aviador de Tsingtau", que vendió 600.000 ejemplares.

Hay abundante bibliografía sobre las aventuras de Plüschow. Roberto Litvachkes, sin ir más lejos, escribió dos libros. El último de ellos, "Pluschow secreto" (Ed. Serie del Sur). Entre tantas cosas, habla ahí de la "asociación que se creaba entre los medios de comunicación, los constructores de aviones y los aviadores que se proponían batir récords de aviación o realizar osadas expediciones".

Este vínculo es clave. La relación de Plüschow con lo que hoy se llama industria del entretenimiento explica mucho de lo que pasó. Por supuesto, no dice nada sobre su pasión, pero sí explica por qué los historiadores deben buscar datos sobre el aviador en el museo de AGFA, en los archivo de Deutz, o en la editorial Ullstein. Los viajes de Plüschow tenían sponsors y él devolvía contando sus hazañas en libros y películas. "Los diarios tenían páginas completas dedicadas a las hazañas de aviación", dice Litvachkes sobre la época.

Fue la editorial Ullstein la que le propuso ser reportero, un reportero aviador. En 1926 mostró en Berlín la filmación de su primer viaje al Sur. En 1930 presentó en Buenos Aires "El Cóndor de Plata sobre Tierra del Fuego". La película en la que documentó su viaje en la Feuerland, aborígenes en Brasil, los gauchos de la pampa argentina, los onas fueguinos, la actividad económica de los lugares que pisaba: plantaciones de tabaco, la doma, la esquila. También grabó el ensamble de su avión, que había llegado a Punta Arenas en barco, desarmado en cajas. Una película muda porque, en esto no fue pionero, se negaba a agregarle el sonido que comenzaba a tronar en las salas. Ya en ese momento estaba en la historia de la aeronavegación argentina al haber completado el 3 de diciembre de 1928 el primer vuelo de Magallanes (hoy Punta Arenas, Chile) a Ushuaia con una saca de correo.

Se ha dicho en este diario que en una entrevista en el diario La Prensa el hombre rubio de ojos azules, que ostenta el tatuaje de un dragón (descripción de Scotland Yard) Plüschow se autodefinió como periodista. Dejó tres libros, dos películas, unos 300 artículos. Es justo recordar las palabras del anarquista español Armand Guerra, que escribió un obituario en 1931. "Con la muerte de Gunther Plüschow pierde la cinematografía científico-documental uno de sus más entusiastas colaboradores".

Había nacido el 8 de febrero de 1886 en Munich. Sus cenizas están en el cementerio de Lichterfelde, Berlín. La réplica de su avión, hecha de fibra de vidrio enterada, 14,5 metros de envergadura, 9,80 de largo, 4,20 de alto, se alzará en el Sur.

Navegar, filmar, volar, mostrar. Sabemos que navegaba en la Feuerland y volaba en el Tsingtau. No sabemos cómo llamaba a su cámara de 16 mm. Kinamo Zeiss, su instrumento de filmación. Podemos darnos el permiso de pensar un nombre. En castellano.
*FUENTE: clarín.com – 10/02/2009